Chatbots: ¿Cómo usan administración y empresas las IAs públicas?

Miguel López

Las redes llevan ya algo más de un mes haciéndose eco del último avance en Inteligencia artificial. ChatGPT, la aplicación online de OpenAI que implementa su novedoso modelo GPT3, ha suscitado reacciones que van desde la acogida más entusiasta hasta el más absoluto recelo. De lo que no queda duda es de que los chatbots han alcanzado un punto de madurez que auspicia un uso cada vez más generalizado de esta tecnología.

Un ejemplo de respuesta personalizada generada por ChatGPT

 

En realidad, se trata de una herramienta que ya encuentra su utilidad en multitud de ámbitos. Una de las principales ventajas con la que cuenta este tipo de aplicaciones es su capacidad para gestionar una gran cantidad de operaciones y solicitudes, de forma simultánea. Aunque (hasta ahora) incapaces de resolver cuestiones complejas, sí que permiten automatizar las respuestas más sencillas en, por ejemplo, un servicio de atención al cliente —con una programación adecuada, algunos chatbots pueden automatizar incluso procesos de gestión de citas, rellenar formularios, etc.

Otra gran ventaja de los chatbots es su capacidad de operar las 24 horas del día, 7 días a la semana. De esta forma, cualquier entidad puede disponer de un servicio básico de atención al cliente durante todo el día. Esto es especialmente útil además para empresas que operan en distintas zonas horarias.

Las empresas no son las únicas que pueden beneficiarse de los chatbots: ya hay muchas administraciones públicas que utilizan servicios de respuesta automática, por ejemplo, para la gestión de citas para los distintos servicios públicos, además de como herramienta de consulta para ciudadanía y funcionariado por igual. Estos chatbots pueden estar integrados en aplicaciones externas, como Whatsapp, o bien contar con su propio portal de consulta, como es el caso del chatbot de la Diputación de Badajoz. Un canal informativo, como éste, eficaz y fácil de usar, puede ayudar a mejorar sensiblemente la transparencia de la administración pública.

 

A pesar de todas estas ventajas, las inteligencias artificiales tienen su lado oscuro, y los chatbots no son ninguna excepción. Bases de datos de entrenamiento sesgadas, imprecisión en los resultados mostrados o, en el caso de las IAs más avanzadas, incluso generación de información completamente falsa)… Al igual que con cualquier otra herramienta de este tipo, asegurar la calidad del dato es clave para evitar problemas. Tampoco podemos dejar de lado la preocupación, cada vez mayor, de quienes ven en este tipo de IAs un paso más hacia la pérdida de empleo —sobre todo en vista de cómo la última versión del modelo antes mencionado es capaz no solo de realizar tareas administrativas, sino también de generar artículos, manuales, e incluso líneas funcionales de código.

En definitiva, queda claro que las IAs de procesado de lenguaje son una herramienta increíblemente útil, y que están aquí para quedarse: pero esto no debe cegarnos a los problemas que ya empiezan a dejarse entrever. Tampoco debemos caer en un alarmismo que nos impida aprovechar las muchas posibilidades que esta nueva tecnología presenta. Como con cualquier innovación, debemos aunar entusiasmo y cautela, asegurándonos de que ésta sea simplemente una herramienta más a nuestra disposición, usada por, y para, las personas.

 

 

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