La Guerra del Chip: ¿por qué escasean los semiconductores?

La Edad del Silicio

Que la electrónica y la computación han sido la tecnología más revolucionaria del último siglo es algo que se da por hecho. Al igual que se habla de la prehistoria e historia temprana con términos como «la edad de hierro» o «la edad de bronce», a menudo se habla de la época que vivimos como «la edad del silicio«: esto hace referencia, por supuesto, al silicio empleado en los semiconductores o chip que forman la base de toda la electrónica moderna y, con ello, el corazón del crecimiento económico global, tan entrelazado actualmente con la innovación y transformación digital.

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Sequía de Semiconductores

Lamentablemente, esa misma dependencia de una tecnología tan especializada se ha constituido en una vulnerabilidad que en los últimos años ha quedado más que patente: una escasez de circuitos integrados, aunada a una mayor demanda, ha encarecido enormemente los precios de estos componentes, y la dependencia que cada vez más productos tienen de éstos ha provocado la parálisis de industrias enteras. Desde ordenadores hasta coches, pasando por supuesto por el sector IoT: todos se han encontrado con esta inesperada ausencia de sus componentes más vitales.

 

Demasiada demanda y poca capacidad de producción

¿Y a qué se debe esta escasez? Se han propuesto varias posibles causas: La pandemia de COVID-19, que no solo ha supuesto un duro golpe para las cadenas de suministro globales sino que ha aumentado la demanda de electrónica de consumo; la ralentización de las relaciones comerciales entre China y EEUU -los mayores fabricantes y consumidores de semiconductores, respectivamente-, que ha acentuado la demanda sobre otros mercados; y un número relativamente limitado de plantas de fabricación que hacen que los niveles de producción se se resientan en cuando se producen accidentes y retrasos en cualquiera de ellas.

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Europa, buscando soluciones tecnológicas

Desde Europa, ya se están estableciendo líneas de trabajo para afrontar esta crisis. En una región que, a pesar de su papel como uno de los consumidores principales de semiconductores, tan solo representa el 9% de su producción a nivel global, mejorar las capacidades de fabricación se ha convertido en una necesidad de primer orden – una tarea nada sencilla, eso sí, en una industria donde una planta de fabricación requiere inversiones mínimas de 8.000 millones de euros.

Por ello, desde la Comisión Europea se ha planteado una Ley Europea de Chips que aune la estrategia de los estados miembros, estableciendo estructuras legales y mecanismos de cooperación internacional que permitan aprovechar la importante labor preexistente de investigación – campo en el que Europa sí goza de un papel destacado.

 

Una transformación tecnológica necesaria

En definitiva, nos encontramos en un momento clave para el «sector tecnológico» – sector que, a efectos prácticos, ya agrupa casi todos los ámbitos de actividad humana. Las redes de producción que hasta ahora nos han acompañado no han podido cubrir las necesidades de un mundo cada vez más conectado, y la única forma de seguir adelante es mediante un cambio de fondo. Si la tecnología del silicio ha transformado hasta el último rincón de la sociedad, está claro que ahora toca que haya una transformación también en la producción de esa tecnología. FIWARE Space.

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