Miguel López
Una de las funciones más obvias de la educación, fundamentalmente pública, y fundamentalmente en edades tempranas, es la de servir como gran «ecualizadora» social. Una red funcional y de calidad de escuelas e institutos públicos debe permitir a todas las personas de una sociedad empezar a formar parte de ésta en la mayor igualdad de condiciones posible; con unos conocimientos, cultura y capacidades parecidas, y las herramientas necesarias para aprovechar al máximo el camino que elijan recorrer.
Hace ya algún tiempo hablábamos precisamente de la desigualdad de acceso a las tecnologías digitales y, aunque en ese artículo comentamos cómo esta desigualdad se perpetúa a veces dentro de las aulas, tampoco se puede dejar de destacar la importante labor de los centros educativos como motores para paliar este desequilibrio.
Por ese mismo motivo, hace tiempo que cada vez más institutos vienen ofertando asignaturas relacionadas con lo digital: no solo informática, que con mayor o menor protagonismo ya lleva décadas estando presente en las aulas; sino también asignaturas más especializadas en tecnologías mucho más técnicas o emergentes, como robótica o inteligencia artificial.
Aunque muchas de estas materias ya formaban parte «extraoficial» del currículo, como materia enseñada dentro de programas afines (como la asignatura de tecnología o la ya mencionada informática), esto dependía en gran medida de la voluntad e interés del profesorado, sin un espacio definido dentro del marco educativo. Ahora, cada vez son más los institutos que implementan estas tecnologías dentro de asignaturas especializadas, en ocasiones llegando a formar parte del plan educativo comunitario (como es el caso de Galicia, que ya ha incorporado dos asignaturas dedicadas a la inteligencia artificial en su plan educativo).
En última instancia, esta nueva incorporación al conocimiento impartido en las aulas responde a un mundo en el que las nuevas tecnologías cobran una importancia cada vez mayor. Al igual que resulta crítico que las nuevas generaciones reciban una formación de calidad en materias clásicas como matemáticas, literatura, música, historia o arte —indispensables para una vida plena en la sociedad actual—, no pueden dejarse de lado las técnicas que ahora empiezan a dar forma al mundo moderno. Tanto en un caso como en otro, se trata de asegurar que toda persona tenga la misma capacidad de disfrutar de la cultura creada, y perteneciente, a todo el mundo por igual.