Los festivales musicales, tanto los más multitudinarios como aquellos de ámbito más local, son una opción de ocio cada vez más atractiva para el público de la península. Los datos así lo reflejan: con cerca de 20 festivales anuales en todo el territorio —enmarcados en los casi 900 grandes eventos de música en directo que se realizan en total—, España se sitúa en el top 10 de países por número de eventos de este tipo, con algunos de éstos llegando a registrar asistencias de casi medio millón de personas, provenientes tanto de otras partes de la península como del extranjero.
Así, no es de extrañar que exista una estrecha relación entre la industria de los festivales y la del turismo: un festival de renombre puede ser un aliciente extraordinario para la ciudad, si no la región, en la que se realiza, dando a conocer la zona a un nuevo público, y aumentando a lo largo de su duración la actividad comercial cercana. A su vez, los eventos pueden beneficiarse de un entorno con una infraestructura turística que facilite la logística de gestionar un publico de decenas de miles de personas, con los servicios necesarios para ello, y aprovechando las innovaciones que se dan en ese campo. Buen ejemplo de este último punto es la transformación digital del sector, que en gran medida aprovecha el camino recorrido por el sector turístico —a menudo incluso participando de las mismas estructuras de innovación y financiación.
Y es que en el fondo estas dos industrias tienen mucho que compartir en el terreno digital: de hecho, buena parte de los parámetros que interesa monitorizar en ambos casos son equivalentes: aforo y asistencia (bien sea en puntos de interés turístico, como museos y actividades, o en el recinto del festival), impacto medioambiental, datos de uso de servicios públicos (parkings, pasos de peatones inteligentes, etc), datos económicos de los negocios locales… Toda la infraestructura digital generada a través de programas de digitalización y ayudas para DTIs (Destinos Turísticos Inteligentes) puede ser utilizada directamente en el ámbito de la industria del espectáculo, sumándose así a los elementos digitales más especializados del sector: pulseras inteligentes para el acceso a servicios dentro del recinto, cámaras, aplicaciones móviles desarrolladas para el evento, etc.
Al final, el objetivo es como siempre doble; por una parte, mejorar la experiencia del público, mediante una mayor facilidad de acceso al recinto del festival, una mayor disponibilidad de servicios de acuerdo a la afluencia de personas, o mediante novedosos como carteras digitales para el evento; y por otra, facilitar a las entidades gestoras del festival el acceso a información vital para asegurar el correcto desarrollo del mismo: hablamos de datos de asistencia, información demográfica sobre el público, datos en tiempo real sobre consumo, etc. Todo ello presentado de forma intuitiva gracias a plataformas de visualización.
Hilando además con lo que comentábamos hace un momento, todo este entorno aislado de información puede integrarse dentro de un ecosistema digital turístico, proporcionando así un conocimiento detallado sobre el que suele ser uno de los puntos fuertes de la economía local.
Cabe destacar que ya hay bastante camino recorrido en el ámbito de los festivales inteligentes: así, no puede dejar de mencionarse por ejemplo el trabajo realizado hace unos años por el Instituto Valenciano de Tecnologías Turística , que desarrolló una guía delineando precisamente una estrategia y hoja de ruta para la digitalización de festivales, disponible aquí.