La necesidad de una Digitalización Responsable

“Hacia la Digitalización de todo lo que nos rodea”. Ese es el lema de la iniciativa Badajoz es Más, que busca fomentar la implementación de tecnologías digitales a lo largo de la provincia, tanto en el sector público como en las iniciativas privadas. Y no hay duda de que se trata de una labor necesaria: la implementación de nuevas tecnologías en general, no solo en el ámbito digital, ofrece siempre oportunidades de crecimiento y evolución, una tendencia tan antigua como… bueno, como la propia historia humana.

Por supuesto, las mismas tecnologías que amplían los horizontes humanos también pueden traer consecuencias nefastas, y la digitalización no está exenta de riesgos; ya hemos hablado en ocasión de los problemas que a veces acarrea la implementación desigual de la tecnología , o como ignorar los sesgos en los elementos que utilizamos para desarrollar nuevas tecnologías pueden perpetuar situaciones de exclusión y desigualdad. Estos ejemplos en concreto señalan el daño involuntario que puede resultar de una falta de medidas de prevención y estudios de riesgo, pero la realidad es que estas nuevas herramientas también proporcionan nuevas posibilidades para entidades con objetivos poco éticos.

Un ejemplo claro de ello sería la manera en la que, en los últimos años, las redes sociales han jugado un papel clave en los procesos electorales de todo el mundo; aunque todos los medios de comunicación han sido, a lo largo de la historia, la punta de lanza de la estrategia electoral de partidos y agrupaciones políticas, el grado de penetración de las redes sociales y herramientas de mensajería tiene pocos paralelos históricos. Estas plataformas, y la opacidad de las empresas y entidades que las gestionan, han sido cruciales para fenómenos como la proliferación de las “fake news” o la extracción de información personal,que han formado parte de estrategias destinadas a la manipulación de votantes en varias elecciones de todo el mundo – particularmente sonado fue, por ejemplo, el caso de Cambridge Analytica: Esta empresa habría recolectado datos de millones de usuarios de Facebook sin consentimiento para crear perfiles y dirigir publicidad política, influyendo potencialmente en elecciones y evidenciando la vulnerabilidad de la información personal en este tipo de redes.

También son preocupantes los casos en los que la ubicuidad de una determinada entidad en un sector concreto proporciona un grado desproporcionado de control a un pequeño conjunto de individuos, aumentando así la posibilidad de que dicho sector vea peligrar su neutralidad, o sea influenciado por entidades externas. Un ejemplo paradigmático de es el de las plataformas de pago (Visa, Mastercard, etc), que hace poco han sido acusadas de imponer criterios de censura sobre plataformas de venta digitales, debido a campañas de presión de grupos externos asociados a retórica anti-LGTB+ –algo que ha hecho saltar todas las alarmas en el debate sobre la libertad de expresión, la responsabilidad corporativa y la influencia política en el mundo digital.

En general, estos casos permiten entrever una tendencia inquietante: el avance de la digitalización, aunque en principio capaz de proporcionar nuevas posibilidades y mejoras importantes, también está dando lugar a que cada vez más facetas de la vida diaria (comunicación, acceso a información, incluso -como acabamos de ver- acciones tan básicas como pagar por un servicio) están siendo irremediablemente entrelazadas con la tecnología digital. Todo esto, en un momento de consolidación, en el que un número cada vez mayor de estas tecnologías quedan en manos de un número cada vez menor de entidades – algo que complica la imposición de medidas tan básicas como la transparencia y la disponibilidad de mecanismos de rendición de cuentas.

Por supuesto, distintas organizaciones están trabajando para mejorar las medidas de protección con las que contamos para combatir estos problemas: el caso de Cambridge Analytica fue un escándalo reconocido que no dejó indiferentes a las organismos europeos, y el Banco Central Europeo ya ha mostrado su interés por desarrollar herramientas de pago alternativas a plataformas como VISA o Paypal, lo que ayudaría a la hora de combatir casos de censura financiara como el que mencionábamos hace un momento. De la misma forma, conforme trabajamos por reforzar los procesos de digitalización y modernización, es importante también que tengamos en mente los mecanismos por los que éstos pueden poner en juego el acceso a los servicios que pretendemos mejorar.