Si la semana pasada hablábamos sobre las Ciudades Inteligentes, y las ventajas que esta forma de entender las ciudades puede traer, tanto desde el punto de vista de la ciudadanía como para la administración, esta vez puede ser interesante echarle un vistazo a la que en muchos sentidos fue la antecesora directa de esta tecnología: la domótica, esto es, la digitalización y automatización del hogar.
Aunque el uso de la tecnología digital para mejorar la eficiencia y la automatización ha sido una constante de muchos sectores a lo largo de los años, la realidad temprana de ese sector es que solo en algunos podía aplicarse una tecnología que en aquel momento resultaba cara y demasiado especializada como para resultar accesible. Así, las primeras aplicaciones de este tipo de sistemas estuvieron en un principio relegados a sectores como la industria.
Con el abaratamiento y mejora de los componentes, sin embargo, se pudo empezar a plantear la integración de tecnologías de automatización en ámbitos más cercanos. Esto cambio de paradigma estuvo también ayudado por la presencia cada vez mayor de lo digital en nuestro día a día: primero a través de los ordenadores personales, y más adelante con la revolución de la tecnología móvil. Así, en unas décadas hemos pasado de necesitar sistemas complejos e hiper-especializados a poder controlar todos los elementos de nuestro hogar desde nuestro teléfono.
Esas mismas condiciones son las que han permitido una integración cada vez mayor de las tecnologías digitales en el ámbito urbano, un empeño que además tiene la ventaja de contar con toda esa experiencia previa adquirida a través de la domótica: al fin y al cabo, aunque salvando las distancias, ambos sectores comparten muchos elementos en común: necesidad de dispositivos asequibles (en el caso de las ciudades inteligentes, debido al gran número de ellos que suelen instalarse); una experiencia de usuario amigable e intuitiva, dirigida a personas que no tienen por que estar familiarizadas con esta tecnología; e incluso algunas verticales en común (eficiencia energética, control de luminarias, automatización de accesos…).
En definitiva, podemos afirmar que en muchos sentidos la domótica allanó el camino para el desarrollo de las Ciudades Inteligentes. Gracias a los avances tecnológicos y la reducción de costos, ambos sectores de innovación pueden aprovechar las tecnologías de automatización y digitalización que comparten para avanzar hacia su objetivo común: mejorar la calidad de vida, optimizando recursos y haciendo más accesible la interacción con los sistemas inteligentes.